
Las intensas lluvias que azotan la región amazónica de Bolivia han provocado graves inundaciones, afectando a cerca de 2.000 familias en las localidades de Reyes, Borja, Rurrenabaque y Riberalta. El desborde del río Beni ha inundado cientos de viviendas, y los habitantes de las zonas más afectadas han tenido que recurrir a lanchas y animales como vacas para trasladarse por las calles y llegar a sus hogares. La situación se agrava con la escasez de agua potable, ya que las bombas de las comunidades se han visto contaminadas por el agua del río.
El corregidor municipal de Reyes, Francisco Medina, señaló que las autoridades locales están trabajando arduamente con lanchas a motor y tractores para rescatar a las personas y salvar algunos enseres personales. Sin embargo, el pronóstico es desolador, ya que el nivel del agua no cederá por completo en los próximos meses. Además, las cosechas de productos como yuca, maíz, arroz y plátano han quedado destruidas, lo que genera temor por una posible crisis alimentaria en el futuro cercano.
Mientras tanto, la Gobernación de Beni ha declarado estado de emergencia y está utilizando lanchas para distribuir ayuda humanitaria a las comunidades aisladas por las inundaciones. Según Juan Carlos Velarde, director de comunicación de la Gobernación, se han entregado víveres y atención médica a cerca de 1.800 familias damnificadas. No obstante, la situación sigue siendo crítica, ya que muchas personas continúan viviendo en campamentos improvisados, esperando que las aguas bajen para poder regresar a sus hogares.
La crisis se ha extendido más allá de la Amazonía, afectando a más de 700.000 personas en todo el país debido a las inundaciones y derrumbes. Según el viceministro de Seguridad Civil, Juan Carlos Calvimontes, ya se han registrado 49 muertes y 81 municipios se han declarado en desastre. En respuesta a la emergencia, el gobierno ha aprobado un crédito de 75 millones de dólares para atender los desastres naturales, incluyendo la distribución de ayuda en las zonas más afectadas.